Friday, November 21, 2014

Steuart y la economía como freno al absolutismo

En The Passions and the Interests. Political Arguments for Capitalism before its Triumph, Hirschman rescata la siguiente cita de James Steuart:
"The power of a modern prince, let it be, by the constitution of his kingdom, ever be so absolute, immediately becomes limited so soon as he establishes the plan of oeconomy which we are endeavouring to explain. If his authority formerly resembled the solidity and force of the wedge (which may indifferently be made use of, for splitting timber, stones and other hard bodies, and which may be thrown aside and taken up again at pleasure), it will at length come to resemble the delicacy of the watch, which is good for no other purpose than to mark the progression of time, and which is immediately destroyed, if put to any other use, or touched with any but the gentlest hand.
[A] modern oeconomy, therefore, is the most effectual bridle ever was invented against the folly of despotism"
Como el propio Hirschman comenta, el autor es un economista político del siglo dieciocho que considear al monarca como una figura clave para guiar la economía del país en la buena dirección. Sin embargo, la cita transpira alivio y confianza en los mecanismos económicos como un medio eficaz de frenar los excesos (folly) absolutistas del jefe de Estado. La economía como freno y contrapeso de la política, algo radicalmente opuesto a la visión actual (muy extendida en algunos sectores) de la política como víctima de la dictadura de los mercados.

La cita me parece extremadamente interesante por las ideas que inmediatamente le asaltan a uno:
1. La relación entre política y economía (o entre Estado o mercado) no ha estado siempre sujeta al mismo tipo de preguntas o inquietudes.
2. La Historia es fundamental para identificar los cambios institucionales en el funcionamiento del Estado y su relación con la esfera económica durante los últimos siglos. El Estado de hoy no es comparable al de hace dos siglos.
3. Los libertarios más radicales viven anclados en ese mundo del siglo dieciocho en el que el Estado sólo es capaz de locuras y excesos absolutistas mientras que la izquierda (¿alguna izquierda?) hace gala de una confianza excesiva en las posibilidades del Estado y una desconfianza también excesiva en el mercado como contrapeso/complemento indisociable del Estado moderno. Una visión más amplia del cambio institucional y el rol del Estado ayudaría a matizar y contextualizar muchas de estas ideas que aparecen recurrentemente en el debatre político. 


En resumen, hablamos mucho del Estado pero me temo que no disponemos de una teoría demasiado clara de lo que es, cómo funciona y de su evolución a lo largo de los últimos siglos. Puede que los historiadores económicos podamos ser útiles después de todo.

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