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El día ha estado marcado por la nieve. Un Maryland completamente cubierto por un manto blanco de unos 3 o 4 centímetros de espesor y una nieve cayendo persistentemente han sido suficientes para que las clases se suspendiesen. Dejando al margen el amor interesado y suscitado por la anulación de las clases, creo que la opinión que me he formado de la nieve no es demasiado positiva. Mientras luchaba por no resbalar a cada paso que daba y notaba como el suelo crujía bajo mis pies, pensaba que la nieve es una de esas cosas que gozan de una inmerecida buena reputación. "¡Qué bonito!, ¡nieve!" es lo primero que oye uno cuando se le describe el tiempo nevado a algún amigo lejano. El paisaje blanco y helado es mucho menos bonito e idílico cuando se vive en primera persona. Sólo se me ocurre otro caso -igualmente ilustrado por Maryland- en el que se muestre un proceso de "sobrevaloración social" similar: las ardillas. Por alguna razón (¿Chip y Chop, quizás?) estos animalillos gozan de una apreciación general y son considerados adorables, entrañables y simpáticos. Tras cruzármelas varias veces (las ardillas mantienen un discreto pero férreo control de las calles de College Park) la conclusión me parece evidente: las ardillas no son más que ratas con la suerte de haber desarrollado una cola "elegante". Y las ratas no resultan tan adorables, entrañables o simpáticas, ¿no? Cuánto daño ha hecho Disney...
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Canción del día/Chanson du jour: Mount Wroclai (Idle Days)