El nuevo visitante recorre las páginas de los anuarios blandiendo su principal instrumento de trabajo: una diminuta máquina de fotografiar digital de resolución endiablada que fotografía varios cientos de páginas en cuestión de pocas horas. La máquina se recarga cada poco tiempo en un rincón de la sala y las fotos se descargan en el ordenador portátil que comparte mesa con los libros que ya han sido retratados y los que esperan para serlo. En ocasiones, los pies se escapan al ritmo de la música del diminuto I-pod que ameniza el tedio fotográfico. El venerable viejito que visita el archivo todos los lunes observa la escena desde un rincón. "¡Cómo ha cambiado la historia!".
1 comment:
es lo que tiene la tecnología....;p
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