Wednesday, May 19, 2010

¿Por qué soy culé?

Ya he dicho en alguna otra ocasión que la racionalización del fútbol no tiene demasiado sentido. Existe, sin embargo, un aspecto en el que se suele imponer un criterio "de sentido común" para guiar las pasiones y los instintos: la elección del equipo al que se apoya. En general, suele optarse por el equipo de la ciudad en la que se vive o, en su defecto, por el más cercano a nuestra ciudad. Si uno lo piensa con calma, no deja de ser una elección guiada por pasiones y razonamientos que tienen poco de racional y responden más bien a un espíritu gregario y de grupo que, por otra parte, caracteriza mucho de nuestros comportamientos y elecciones sociales.
¿Por qué, siendo de Gandia, elegí apoyar al Barcelona en lugar del Valencia? Desde siempre tuve unos recuerdos algo borrosos del momento en que adopté esa decisión. Creía recordar que en cierta ocasión -cuando tenía cinco o seis años- pregunté a mi padre cuáles eran los dos mejores equipos de España. Mi padre, madridista convencido por cierto, me respondió que el Madrid y el Barcelona. Según creía recordar, al poco de hacer esa pregunta había un partido entre esos dos colosos: Madrid y Barcelona. Pensándolo con calma, quizá ese partido fue el causante de mi pregunta a mi padre. No lo sé. Como buen economista nunca dejaré de ser víctima de dobles causalidades y endogeneidades varias. El caso es que mi cabecita ideó un plan tan sencillo como efectivo para elegir equipo: apoyaría al vencedor del partido. Así de simple y, en cierto modo, ventajista. Al cabo de unos días pregunté a mi padre el resultado. Según mis recuerdos, el Barcelona ganó 2-0. Ya tenía equipo. Mi plan aún fue más lejos y perfecto. Pregunté a mi padre quién había marcado el segundo gol. Julio Salinas. Ya tenía ídolo. Decididamente mis reglas de decisión eran extremadamente simples. Lo sorprendente fue mi capacidad para aceptarlas y actuar consecuentemente. Con el tiempo, me fui convirtiendo en un acérrimo y convencido culé. Confieso que mi idolatría por Julio Salinas fue menos duradera (aunque siempre he conservado un cariño especial por él) al revelarse como mucho menos adecuada o recomendable cuando gente como Laudrup o Guardiola juegan a su alrededor.
Esta historia era para mí un recuerdo lejano y no demasiado fundamentado. ¿Lo soñé?, ¿ocurrió así? Hace un año, justo antes de la final de Copa entre el Barcelona y el Athletic de Bilbao en Valencia leí un artículo en El País titulado "El cruyffismo nació tal día como hoy en Mestalla". En el artículo se relataba como el Barcelona de 1990 se enfrentó al Madrid en la final de la Copa del Rey en una situación crítica. Sequía total de títulos, un recién llegado Johan Cruyff muy cuestionado y al borde del despido, un Madrid triunfante y declarado claro favorito para el partido... Ganó el Barça. 0-2. Goles de Amor y... Salinas. En 1990 yo tenía seis años. El artículo me describía, diecinueve años después, ese episodio que yo recordaba casi como un sueño y que determinó mis pasiones y gustos futbolísticos para el resto de mi vida. Ese partido supuso, además, el despegue del cruyffismo y de un estilo que me ha enamorado y que ha alcanzado su máxima expresión con el actual equipo de Guardiola.
Se me puede acusar de ventajista, traidor a la tierra que me vio nacer (por mucho que mi lealtad a una tierra en particular siempre esté un poco en entredicho), arbitrario y muchas otras cosas. Yo prefiero encogerme de hombros, seguir justificándome al empezar entradas de blogs diciendo que el fútbol es irracional y pensando que hay algo de poético en el hecho de que mi barcelonismo naciese justo a la vez que el cruyffismo cuando todo apuntaba a una victoria del Madrid. No puedo imaginar un estilo con el que me sienta más identificado aunque, como siempre, los economistas me vengan a aguar la fiesta con historias de preferencias adaptativas...

2 comments:

Mia Wallace said...

Jajajajaja. Las casualidades y el azar, ese término de error que no controlamos y que nos llevará por caminos totalmente insospechados. Mi decisión de ser simpatizante (nunca he sido una gran fanática) del barça llegó más o menos en esa época, a las puertas de la adolescencia. Mi decisión de apoyar al Barcelona y no al Madrid fue aún más trivial y el culpable: Guardiola. Sencillamente era el jugador más guapo de los que había visto (él e Ivan de la Peña). Ellos pasaron a decorar con sus fotos mi carpeta (ooohhhh sí aquellos tiempos en los que usábamos carpetas y estuches...). He de reconocer que otro factor de decisión fue el de llevar la contrariamente a toda mi familia (madridistas de pro).
De todas formas... ENHORABUENA!!! señor culé (otro titulico más a las vitrinas).

Un beso,

Sara

Leire said...

El futbol... ese tema del que llueven palabras de cualquier parte. Puede ser el bar, un restaurante, el instituto... incluso las comidas familiares acaban por tocar el temita. No es algo que me apasione, no al menos ese que sólo se ve y encima hace que algunos pocos ganen millones que (en mi opinión) no se merecen. Aún así, enhorabuena, ha conseguido usted, señor La Parra, que un texto dedicado a él atrajera mi atención por completo. Disfruta de tu vida allí y prepárate para unas buenas fiestas de este lado del charco!! Un beso