Sunday, February 12, 2012

20-500-15-1

Reclinado en su viejo y elegante BMW, John me explica mientras conduce que su coche tiene una "matrícula histórica". Los estados estadounidenses conceden matrículas históricas a los coches que tienen ´mas de 20 años. Tener ese tipo de matrículas tiene ventajas como ahorrarse algunasLink tasas e incluso algunas inspecciones. Cuando comento que eso parece un incentivo a usar coches viejos, algo extraño para un europeo acostumbrado a que la obsesión sea renovar el parque automovilístico (me gustaría pensar que para consumir menos combustible). John me comenta que los americanos han mejorado bastante la eficiencia de sus coches pero que, en efecto, la mentalidad con respecto a Europa aún es muy diferente.

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Como parte del baby-shower al que he sido invitado, se organiza un pequeño trivial en el que hay que responder una serie de preguntas de elección múltiple. Una de ellas pregunta por el tiempo de biodegradación de los pañales. Más de 500 años.

Al poco rato se pregunta por la frecuencia de nacimientos de bebés. Opto por el pesimismo malthusiano y acierto la opción correcta: hay un recién nacido cada 3 segundos.

Mi vecina en el juego -la futura madre, por cierto- comenta, aún horrorizada por el dato de los 500 años, que ella de bebé usó pañales de tela. No me acaba de tranquilizar: si el 20% de la población mundial vive en países como España o Estados Unidos, eso quiere decir que -bajo algunas hipótesis no demasiado violentas- cada 15 segundos nace un bebé que sólo conocerá los pañales del medio milenio para la biodegradación.

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Vuelvo a mi casa abrumado e intentando encontrar resquicios que compensen algunas sensaciones desagradables que me asaltan. Intento pensar en los economistas que se reclinan confiados y se carcajean de los agoreros malthusianos, los ecologistas y otros pájaros de mal agüero porque confían en que seguramente el progreso tecnológico los pondrá en su sitio. También intento evocar una referencia que me fue comentada alguna vez sobre un tal Kim Hill y cómo nuestra racional civilización salida de la Revolución Francesa (¿era así la cosa?) había logrado retrasar o gestionar el desastre ecológico mejor que otros muchos.

Pero no dejo de pensar que, entre tanto número, lo único cierto es que tenemos un planeta. Uno solo.


Canción del día / Song of the day:
Slaughter Freestyle by So Called on Grooveshark

3 comments:

Hank Quinlan said...

Recuerdo a Kim Hill peleándose con un tapón de una botella, en un desierto restaurante italiano. Hablaba de métodos de control de la población en 'otras' sociedades, sin dejar de dar vueltas al sacacorchos, exprimiendo su conocimiento adquirido de primera mano en trabajo de campo parecido al tuyo (pero con traje de Indiana). Cuando llega la sequía, y los recursos escasean, algunas tribus matan a sus niños. Tiene que haber una solución entre matar a las madres asombradas que compran pañales que duran 500 años y matar a los niños que jamas llevaron esos pañales, digo. En el restaurante Kim logró sacar el corcho (y nos acabamos la botella, sin pensar en los que venían después).

Anonymous said...

Ahora mismo me siento algo culpable. Estaba convencida (convencidAAAAAAAA, con una a bien grande) de que era uno de los mejores inventos del mundo. Porque... porque lo de manchar los pantalones da mucha vergüenza y trabajo (para limpiarlos, quiero decir). ¿Alguien sabe cuánto tarda una compresa en degradarse? Imagino que no será poco, pero no se me ocurre invento mejor que incorporar algún tipo de recipiente a los pantalones, y no suena muy atractivo... A caso las mujeres somos antiecológicas por naturaleza...

Me gusta lo de escribir sobre pañales, no muchos se atreven a hacerlo.

Besos (dentro de poco catalanes. Poco... antes de que se degrade un pañal)!

Alvagó said...

Creo que el descanso sienta bien para elminar algunas angustias y recuperar lo que algunos verán como optimiso (¿o cinismo?) economista.

En efecto, Quinlan: hay alternativas mucho más amables que matar a los niños. Los viejos pañales de tela siempre son una opción, aunque me temo que pueden resultar más incómodos para el bebé y pueden requerir más espacio en la casa y trabajo por parte de los padres. Fuentes bien informadas me comentan que yo utilicé alguno de esos pañales, así que es posible que puedan tener efectos secundarios fácilmente comprensibles para todo aquel que lea este blog. Futuros padres, estáis avisados. Hay más: el bendito progreso técnico. Ya se están desarrollando pañales con materiales biodegradables. El "problema" (según se dijo en el baby shower) es que son sensiblemente más caros que los "normales". Mi optimismo economista no me defrauda y no me deja en la estacada: la opción es tan sencilla -ejem...- como luchar por que los precios de los pañales "normales" reflejen el coste de su procesamiento y tratamiento como residuo. Brindo a la salud de Quinlan y Hill y me alegro de que se acabasen felices y despreocupados la botella (con la única condición de que después ésta fuera a parar al contenedor verde, claro).

Todo esto debería suavizar un poco el escándalo de lA "Anonymous". El pañal es un gran invento y simplemente tenemos que ser conscientes del uso que hay que darle y de las opciones que existen. Por otra parte no creo que las mujeres sean significativamente más contaminates que los hombres y me consta que existen alternativas al tampón o a la compresa. Lo que pasa es que en este punto me toca guardar un prudente silencio porque no soy la persona más adecuada para juzgar los pros y los contras de esas alternativas...