La visión de la II República Española y la Guerra Civil como un enfrentamiento entre dos ideologías rivales resulta atractiva porque permite situar la experiencia española en un contexto más general. Para unos, la República sucumbió a la oposición y deslealtad de unas elites reaccionarias que nunca aceptaron el nuevo sistema democrático nacido en 1931. El cartel de la izquierda simboliza e identifica perfectamente a esas elites con la figura del militar, el rico y el sacerdote sosteniendo la capa de la espectral amenaza nazi. Para otros, el marco legislativo creado por la coalición republicana-socialista entre 1931 y 1933 fomentó la polarización política y la exclusión de una parte importante de la sociedad española. La radicalización de socialistas y anarquistas a partir de 1934 hizo el resto a la hora de abocar al país a una guerra civil.
Como decía, estas visiones son útiles porque permiten situar el caso de la II República y de la Guerra Civil en un contexto europeo más amplio, ya sea la lucha entre las democracias liberales contra los absolutismos o el choque entre dos órdenes totalitarios como el
Una nueva visión de la II República debe empezar por identificar las distintas facciones que coexistían en el seno de las elites militares, políticas o económicas de la España de los años 30 y estudiar cómo sus intereses chocaron, afectaron y modelaron los hechos de uno de los periodos más trágicos e importantes de nuestra historia.
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