Tuesday, February 26, 2013

El Barça ha muerto. Visca el Barça!


"Cuando nos hemos extraviado, volvemos donde empieza el camino"
Cruyff

En The King's Two Bodies, Kantorowicz explica cómo durante la Edad Media se forjó la idea de los dos cuerpos o dimensiones del Rey: la corpórea y la política. La dimensión corpórea sufre, se corrompe, muere, desaparece... La política, en cambio, permanece. El rey "político" no acaba con la muerte (corpórea) del monarca sino que se perpetúa a través de un nuevo cuerpo que representa la idea política o institucional de monarquía y sus poderes en la Tierra. Esta dualidad en la figura del rey ayuda a entender la aparente paradoja del conocido "Le roi est mort. Vive le roi!". El rey (corpóreo) ha muerto. Viva el rey (político).

Ahora que en Barcelona suenan los apocalípticos tambores del fin de ciclo, el equipo debe aspirar a consolidar el aspecto más "político" del cruyffismo y del guardiolismo. Se puede y se debe admitir con naturalidad que Xavi empiece a estar lento, que Cesc no encuentre su sitio, que a Alexis le haya mirado la tuerta, que Valdés ya no sea feliz, que la duda Puyol o Mascherano sea más real que nunca o que los defectos de Alves empiecen a pesar más que sus virtudes. En otras palabras, se puede y se debe aceptar que el Barcelona más "corpóreo" sufra un inevitable proceso de corrupción y de desgaste. Pero lo que no se puede permitir es que el equipo pierda las señas de identidad que Cruyff trajo allá por los finales de los 80 y que Guardiola y Tito han grabado a fuego en los últimos cinco años: posesión, partidos convertidos en clases de geometría a uno o dos toques, solidaridad, ambición (casi ansia) por recuperar el balón... La travesía del desierto que los más agoreros ya vislumbran nunca puede arrojar la más mínima duda sobre esa idea del fútbol que representa el Barcelona y que transciende las contingencias y los actores de un momento concreto. Se puede acabar el círculo virtuoso y victorioso, pero no esa manera de jugar que representa una concepción del fútbol y del Barcelona que ya ha transcendido varias plantillas y entrenadores.

Tal vez entonces, si se insiste en perpetuar a ese Barça político, cuando se cumplan los presagios más negros sobre el equipo actual podremos exclamar sin ningún atisbo de angustia o decepción "¡El Barça ha muerto!, Visca el Barça!".

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