Saturday, September 3, 2011

Lo llaman democracia y... ¿no lo es?

"Es una pura falacia, es una falsedad, nada de lo que está pasando hoy en el mundo, en los países que se declaran democráticos, tiene que ver con la auténtica democracia. Se ha vuelto evidente que el poder real es el poder económico."
J. Saramago.

Hace unas semanas, Dziga colgaba en su maravilloso blog un vídeo en el que se denunciaba el cierre de la estación de Sol durante tres días. El vídeo concluía con uno de los lemas que más se repite en las manifestaciones de los indignados del 15-M: "Lo llaman democracia y no lo es"
No estoy de acuerdo con la idea general de la frase aunque desde luego me uno a la condena del cierre de la estación de metro.
Seguramente el principal problema es conceptual. Debemos empezar reconociendo que la democracia es un sistema político que admite diversas formas. En Just Democracy, Van Parijs define la democracia como
"a form of collective decision-making that combines three elements: free voting, universal suffrage and majority rule".
Esta definición no es muy diferente de la que politólogos como Przeworski, Álvarez, Cheibub y Limongi usan: un país es democrático cuando cuenta con elecciones competitivas.
El grito "lo llaman democracia y no lo es" o la cita de Saramago que encabeza esta entrada identifica implícitamente la democracia con un proyecto ético o unos valores determinados. Sugiere que la democracia necesariamente incluye la protección de una serie de libertades o de derechos sociales. Aunque comparta la idea de fondo me parece un punto de vista erróneo que oscurece los puntos más importantes del debate que nos ocupa. Peor aún, identificar "democracia" con un programa dado seguramente incluso dificulta el debate.
Los ejemplos de Van Parijs y North, Wallis y Weingast (NWW) creo que son útiles para reconducir la situación.
En su libro, Van Parijs propone un programa bautizado como "Rawls-maquiavélico" para elegir las instituciones e incentivos correctos que parezcan más adecuados para guiar a la democracia hacia lo que él considera un ideal de justicia social.
En Violence and Social Orders, NWW analizan cómo la economía y la política interaccionan para controlar la violencia y promover (u obstaculizar) el proceso de desarrollo económico. Estos autores entienden perfectamente que la mera celebración de elecciones no es garantía de éxito (independientemente de que por "éxito" entendamos la consecución de la justicia social o de la prosperidad y paz social).
Algunas frases de estos libros muestran la idea principial que intento transmitir:
"If there is a compatibility between democracy and justice, it is not by virtue of a happily pre-established harmony between the two ideals" (Van Parijs).
"For democracy to work, elections must be embedded in an instutional and competitive environment that allows political competition to convey information to and constrain politicians" (North, Wallis y Weingast, [NWW]).
Lejos de ser una precisión conceptual academicista o estéril, creo que estas definiciones de democracia y el esbozo de las teorías de NWW o Van Parijs nos ofrecen una valiosa lección: debemos estar preparados para un debate público en el que, siempre dentro de un marco democrático, el oponente esboce ideas que chocan frontalmente con nuestras concepciones de la justicia social. Debemos razonar teniendo en cuenta que la economía y la política interaccionan de manera fundamental en nuestras sociedades para determinar un orden social que puede proporcionarnos más o menos estabilidad, más o menos prosperidad, más o menos impersonalidad en las reglas que nos rigen. La democracia garantiza un marco en el que todos tenemos voz, pero las voces difícilmente formarán un coro armónico.
Todos estos debates y discusiones ocurrirán, no me cansaré de repetirlo, dentro de un marco estrictamente democrático. Habrá gente que se oponga a la redistribución. Otros querrán ningunear las conquistas sociales de nuestro Estado del Bienestar... La democracia es compatible con el paraíso rawlsiano pero también con el friedmaniano o incluso el rothbardiano... Por suerte o por desgracia el "poder del pueblo" no lleva aparejado de manera inevitable ningún programa político y económico concreto. Debemos luchar por lo que creemos que son las políticas y diseños institucionales que nos puedan llevar a gozar de mayor justicia y prosperidad. Acusar al de enfrente de antidemocrático solo nos cierra las puertas al debate público que necesitamos más que nunca.


Actualización: Mientras daba los últimos retoques a la entrada, el Gobierno español y el mayor partido de la oposición han aprobado una más que discutible reforma de la constitución. Aunque la reforma dista de ser el fin del mundo, toca apretar los dientes y dejarse oír: tanto en las calles, como en los medios... como en las urnas el 20N... Nuestro voto es parte de nuestra voz para modelar la democracia que queremos.

Actualización II (01-XI-2011): La Vie des idées ofrece un artículo en el que se critica el modo de aprobación de la reforma constitucional desde una perspectiva republicana encarnada en los cabildos abiertos medievales que en España promovían la participación vecinal en la toma de decisiones.

4 comments:

Julio said...

Interesantes matizaciones, hay veces que hacen falta (sobre todo cuando el ruido y la furia...). Pero también me ha recordado un poco unos posts de Justo Serna y posteriores debates (interesantes debates).

Por lo general, soy bastante reacio a las declaraciones grandilocuentes y retórica bluff de Saramagos, Galeanos y compañía. Pero hay que reconocer que tienen su utilidad (potencia retórica, fáctica, movilizadora). Quicir, no es que sean muy "correctas" o "sensatas", pero a veces son muy "útiles". Lógicamente, es bastante tosco decir "LO LLAMAN DEMOCRACIA Y NO LO ES", pero es que declaracinoes del tipo "ES UNA DEMOCRACIA DEL TIPO RAWLSIANO-MAQUIAVELICO Y EL GRUPO SOCIAL AL QUE REPRESENTO ASPIRA A UN MODELO DE AUTOGOBIERNO ASAMBLEARIO DELIBERATIVO, Y EL CONCEPTO DE DEMOCRACIA MERECE UN DEBATE APARTE" no caben en las pancartas, y además no riman.

Por eso el libro de Hessel tiene 50 páginas y no 300, por eso son "los indignados" y no otra cosa.

Julio said...

(Por cierto, ¿ya estás en Güasintón? ¿Ya has fugit de la terreta? Yo acabo de llegar... ¿coincidiremos?)

Pau Dziga said...

Si, efectivamente, el sistema democrático no debería entenderse como una entelequia a la medida de un determinado programa político sino como un marco que permita la confrontación de ideas no necesariamente armónicas (por ponerme "rancieriano": un espacio de igualdad de palabra en el que quede espacio para el desacuerdo). Pues bien, considero que la actual situación en el estado español está lejos de permitirlo.

Sin ir más lejos, el cierre de Sol (no sólo de la parada de metro, sino de la plaza pública en sí misma) fue un acto burdo de represión policial para silenciar un movimiento político y permitir la "palabra" de la Jornada Mundial de la Juventud. Se podría ir mucho más allá en la lectura de estos hechos, y dudo que se pudieran justificar los mismos en términos MÍNIMAMENTE "democráticos".

Y después, ¿cómo justificamos una ley electoral crecientemente represiva que deja fuera de juego a millones de ciudadanos? Por no hablar de la vomitiva reforma constitucional que mencionas, un ejemplo terminado de la imposición de un falso consenso unidireccional; dictado, ejecutado y aplicado al servicio de intereses totalmente ajenos a la soberanía del pueblo, el sufragio universal o cualquier otra consideración democrática.

Y, por otra parte, ¿por qué se exige al 15M lo que la "política realmente existente" nunca ha hecho? A saber: coherencia extrema, pureza a prueba de balas, limpieza escrupulosa-sin-excepción en los métodos, precisión meticulosa de las palabras.

"Something is rotten in the state..."

Alvagó said...

Creo que aún me dura el talante provocador que me llevó a escribir la entrada, así que, tras agradecer vuestros comentarios, seguiré en mis trece en lugar de buscar los puntos de conciliación (que los hay y muchos) entre los que decís y lo que sugiero.
Lo que más me preocupa del lema es que de algún modo cierra las puertas al debate. Se da a entender que "nosotros somos los demócratas y los que no piensan como nosotros no lo son". La democracia es compatible con multitud de modelos y posibilidades y hay que centrar en el debate en las muchas cuestiones que de verdad están sobre el tapete.
Para no ponerme demasiado pesado, acabo diciendo que acabo de leer "Las intermitencias de la muerte" de Saramago. Impresionante. En estos momentos ruego no pronunciar el nombre de Saramago en vano...

PD: La terreta hace tiempo que me pilla lejos, Julio. Apenas estuve un mes al princpio del verano. Pásate algún día por el imperio del mal, anda. Prometo que no te lavaremos (demasiado) el cerebro y que dejaremos tu extradición a Guantánamo para la siguiente vez.