Saturday, September 17, 2011

Eurobonos y déficit: el vaso medio...

Give me a one-handed economist! All my economists say, On the one hand on the other.
Harry, S. Truman, Presidente de los EEUU (1945-1953)
La economía es (aún más) noticia en las últimas semanas.
Las noticias nos muestran los problemas griegos con la deuda y cómo una sombra se cierne sobre otros países como Italia o España. Por otra parte, el PP y el PSOE aprobaron una reforma constitucional para poner un tope al déficit de las administraciones que según parece no ha gustado demasiado más por las formas que por el fondo.
Me gustaría relacionar estos dos problemas y algunas de las soluciones que se han propuesto para valorar las oportunidades y las amenazas que se nos presentan.
El problema de la financiación de la deuda y de los ataques especulativos contra los gobiernos griego, italiano y español ha llevado a plantear la creación de los Eurobonos como solución al problema. La idea es simple: en lugar de que cada país emita su deuda por separado, se crearían unos bonos con la marca "Euro" que agrupase la deuda de los países de la Eurozona. Detrás de la propuesta subyace la sospecha de que los ataques contra algunos países se debe a pánicos del mercado que a menudo poco tienen que ver con la situación real del país o que pueden generar profecías autocumplidas en lo que respecta a la quiebra del país. La creación de una marca común permitiría reforzar la credibilidad de la deuda de los países a la hora de colocar su deuda. En el caso de los países que lo están pasando mal el coste de la deuda se abarataría porque los tipos de interés serían menores (el tipo de interés refleja, entre otras cosas, el riesgo que se percibe al comprar el bono: si la marca "Euro" aumenta la confianza en la deuda española, griega o italiana, estos países podrán pagar un tipo de interés menor al emitir deuda). La propuesta de los Eurobonos ha encontrado muchos partidarios, entre ellos algunos de los partidos políticos más contestatarios con el neoliberalismo y la deriva de la política económica en España. El gran problema de los Eurobonos es que nuestro razonamiento anterior tiene un reverso bastante lógico: a los países como Alemania no les hace tanta gracia porque presumiblemente tendrían que pagar mayores intereses para colocar su deuda. Los países con peor reputación se benefician de los Eurobonos porque, al agrupar toda la deuda de la Eurozona bajo una misma etiqueta, su imagen sale reforzada. El problema es que los países que tienen más reputación que la media en Europa (por ejemplo, Alemania) se verían perjudicados porque verían cómo los tipos de interés de los Eurobonos serían superiores a los que tienen que pagar cuando colocan los bonos bajo la exclusiva marca "made in Germany". Como han señalado algunos economistas, la solución es tan clara como complicada: los Eurobonos solo son una solución si la Eurozona profundiza en la unión política y económica. En otras palabras, son necesarios mecanismos que armonicen las políticas fiscales de cada país para evitar que los alumnos díscolos (aquellos que tengan la idea de gastar demasiado e incurrir en déficits fiscales que pongan en entredicho su credibilidad y su capacidad para hacer frente a la deuda) empañen la imagen del resto de países de la Eurozona y hagan aumentar los tipos de interés de la deuda. El típico problema de "moral hazard" o de "free-rider" en la jerga economista. La cuestión es peliaguda y acaba reduciéndose a uno de los problemas básicos que se han presentado a lo largo de la historia: ¿cómo compatibilizar una economía abierta con un sistema político democrático?
La reforma constitucional aprobada recientemente en España podría justificarse como un primer paso para garantizar la operatividad de los Eurobonos: España reforma su Constitución para fijar un tope en el déficit del Estado y de las Comunidades Autónomas y prohibir cualquier tipo de déficit en las administraciones locales a partir de 2020. La medida puede constituir un compromiso creíble para demostrar que España no será un alumno díscolo y se "portará bien" en lo que respecta a su política fiscal.
Hasta aquí las buenas noticias o las racionalizaciones benévolas de la reforma constitucional y su relación con el contexto de crisis de la deuda. Hay sin embargo algunas nubes negras que conviene señalar.
Aunque la fijación de un tope para el déficit no es, en sí, una noticia especialmente buena o mala, el problema viene cuando nos hallamos en un contexto en el que la capacidad recaudatoria del Estado cada vez es menor. Cierto: recientemente se ha propuesta una tímida (y transitoria) resurrección del impuesto sobre el patrimonio, pero en los últimos años hemos asistido a una merma en la capacidad recaudatoria de los estados. Los impuestos tienden a desaparecer o a reducirse y las encuestas y declaraciones de los políticos españoles y europeos hacen que el "equilibrio tatcherista" ochentero parezca ahora más cercano que el consenso keynesiano de los gloriosos treinta. La unión de un estado con menos capacidad recaudatoria y de un estricto corsé para el déficit da como resultado la disminución del tamaño del sector público. No hay que ser adivino para adivinar quiénes serán algunos de los primeros en sufrir las consecuencias.
Por descontado no hay nada de inevitable en el escenario que acabamos de describir. Los Eurobonos y la disciplina fiscal pueden ayudar a reducir los ataques especulativos o de pánico y pueden contribuir a avanzar en la idea de una Europa armonizada en lo político y lo económico. Pero también puede ocurrir que la disciplina fiscal se combine con políticas excesivamente preocupadas en reducir la capacidad recaudatoria del estado y que el resultado sea catastrófico para la capacidad de acción pública en algunos sectores. La interacción entre economía y mercados nunca fue fácil. Por otra parte nuestros sistemas democráticos pueden tomar derivas que atenten contra nuestras más profundas convicciones sobre la justicia económica y social. Tener dos manos debería ser una ventaja y no un obstáculo para levantar una de ellas y protestar, participar y proponer alternativas cuando sea necesario.

Extensión (más ligerita): Los detractores de la reforma constitucional no deberían olvidar que ésta aún puede dar resultados interesantes...:

3 comments:

Maguspe said...

Muchas gracias por la explicación clara y detallada de algo que nos bombardea diariamente desde los medios de comunicación.
Desde mi punto de vista, la reforma constitucional no sólo ha fallado en las formas, sino también en el fondo.
En primer lugar, creo que ha constitucionalizado una cuestión ideológica- neoliberal- disfrazada de cuestión económica.Si la ideología, sea la que sea, entra en la Constitución, ya no será de todos y para todos, sino de unos contra otros y servirá para separarnos no para unirnos.
En segundo lugar, la norma establece taxativamente que será prioritario en todos los casos dedicar los recursos a pagar en primer lugar la deuda y sus intereses.
Un ejemplo que puede ser clarificador. Si una familia con deudas se ve atada a semejante obligación, ¿qué hará en el caso de la enfermedad grave de uno de sus miembros? ¿Deberá dejarlo morir para atender los pagos?
En el caso del Gobierno, está claro que se recortará de lo que apuntas: sanidad y educación. Y no como opción ideológica, como ocurre ahora. Será por mandato constitucional. Una buena excusa para los que no creen en lo público.¡Qué triste que sólo se haya alcanzado un acuerdo para esto!
Respecto a los eurobonos, claro que Alemania debe arrimar el hombro. Al fin y al cabo se ha enriquecido también gracias a la compra de deuda de los países a los que ahora desprecia como malgastadores. Sus bancos no han rechazado el dinero manchado de los griegos...
En fin, que todo es muy complicado... y ser profana en ciertas cuestiones lleva a la osadía...Estamos aprendiendo economía a golpe de especulación...

Alvagó said...

Creo que la identificación de la Constitución como un documento no ideologizado que logra un consenso unánime es un poco peligroso porque (1) nunca se ha alcanzado y (2) no creo que sea ni posible, ni deseable ni realista fijarse ese objetivo:
- La mención de la "indisoluble unidad de la Nación española" no creo que genere consenso entre muchos nacionalistas catalanes, vascos, gallegos o de otras regiones.
- En el referéndum para la aprobación de la constitución en 1978 el 7.89% de los votantes se pronunciaron en contra y casi el 33% de los electores se abstuvieron.
- Por otra parte, el artículo de El País que enlazo en la entrada sugiere que la mayoría de españoles están de acuerdo con la idea de la medida pero desaprueban la manera en que se aprobó.
El argumento del consenso no me parece, pues, la crítica más decisiva para atacar la reforma constitucional.
Lo preocupante sería que la medida introdujese corsés demasiado estrictos en nuestra economía. Como comento en la entrada, la fijación de un tope en el déficit no es NECESARIAMENTE un límite a la capacidad de acción estatal en servicios públicos. Todo depende de la capacidad recaudatoria del estado y, ahí sí, hay tendencias o declaraciones de intenciones que pueden resultar preocupantes. Por suerte esas tendencias o intenciones no están respaldadas por mandatos constitucionales y responden a proyectos que pueden (y creo que deben) ser contestados con propuestas alternativas.
No creo que la reforma constitucional sea el fin del mundo. Tampoco estoy seguro de que sea lo mejor que podía haberse hecho. Estoy dispuesto a ver el vaso medio lleno pensando que la medida puede ser eficaz para avanzar de manera creíble en la unión política de la UE y que es una consecuencia lógica de la unión monetaria en la que nos hemos embarcado. Finalmente, no dudes de que nunca olvidaré de que hay que tener los ojos bien abiertos porque el vaso también está medio vacío y hay demasiada gente sedienta.

Julio Souto said...

Thanks for both hands!! Cuanta luz!!

(como ves, a veces me olvido de leerte y luego me doy un empacho)