El pasado jueves asistí a un mítin de Obama en mi universidad. El objetivo era defender la reforma del sistema de seguridad social que el gobierno está intentando llevar a cabo. Salí con sentimientos encontrados y una cierta sensación de frustración y hasta enfado.
No cabe duda: Obama es un excelente orador. Tiene buena presencia, domina el lenguaje corporal y enciende al público con proclamas que dan esperanza y llenan de ilusión. Todo un encantador de serpientes y excelente comunicador. Un auténtico soplo de aire fresco si lo comparamos con los nefastos últimos 8 años en el gobierno de este país. En apenas poco más de media hora de discurso, tuvo tiempo de meterse a los estudiantes en el bolsillo con continuos guiños, defender algunos objetivos de su reforma y contar algún chascarrillo que, de paso, sirviese para apuntalar el discurso en general.
Desgraciadamente soy un gruñón que siempre le busca los tres pies al gato. ¿Voy a atreverme a criticar un discurso de Obama? Sí. Aunque no voy a emprenderla necesariamente con Obama sino más bien contra este tipo de actos y la actitud que generan. Hubo dos elementos que contribuyeron a mi frustración y enfurruñamiento final: un cierto elitismo -¿soberbia?- académico a la hora de juzgar los argumentos que se esgrimieron y los peligros de la masa.
Los mítines no son el mejor lugar para buscar argumentos profundos, matizados o demasiado elaborados. Esto no es nuevo y ya pude comprobarlo en el único mítin al que acudí estando en España (me juré que sería el último... no lo cumplí). Cuando, como era el caso, alguien se dirige a una masa heterogénea de al menos 15000 personas, se suele optar por el mensaje directo, superficial y resultón. El objetivo es convencer y que todo el mundo -hasta la persona menos informada- capte la idea principal. Sé que Obama y su gobierno tienen razones de peso y muy bien argumentadas para promover la reforma y sé que sería estúpido no recurrir a estrategias algo panfletarias en mítines (el otro bando no dudará en recurrir a dichas estratagemas), pero mi "yo" académico o tiquismiquis se revolvió inquieto en la silla ante la caricaturización de muchísimos de los aspectos del debate que vivimos intensamente durante estas semanas.
Por otra parte, el acto cobró pronto un aire circense que se mezcló con una cierta idolatría hacia Obama: Bandas de música, típicas cheerleaders con pompones y uniforme, todo tipo de merchandising relacionado con Obama... Quizá el momento cumbre ocurrió cuando, al entrar Obama, todo el mundo se puso en pie y no se sentó hasta que Obama concedió un "podéis sentaros". El paralelismo con el acto religioso no pudo ser más evidente. En este caso, la divinidad oficiaba su propia ceremonia. Juntemos a todo esto las inevitables colas kilométricas, los controles de seguridad y todos los elementos que le hacen a uno sentirse cerca de la oveja que del humano. En resumen: no pude evitar que una necesidad de proclamar mi individualidad o independencia con respecto a la entrega incondicional que se respiraba en el ambiente se apoderase de mí.
Por todo ello salí del acto con un sentimiento de frustración al no poder encontrar respuesta a algunas preguntas que tenía sobre la reforma (sin duda escogí mal lugar para ello) y cierto enfado por sentirme arrastrado por una corriente excesivamente entregada y homogeneizante. Añadamos además el inevitable trato borreguil que cabe esperar en este tipo de situaciones. Con el tiempo, he llegado a pensar que algunos me acusarán -no sin cierta razón- de caer en un cierto elitismo académico o intelectual. Por ello, acabaré con la única certidumbre que tengo en este momento: Yes, we can.
Canción del día / Chanson du jour:
Intolerancias
2 months ago
4 comments:
Bravo. Excelente entrada.
Ojalá Los US estuvieran poblados por hordas de Álvaros en lugar de esos americanitos borreguiles.
Un saludo.
Ke weno!
Yo soy de los que piensa que a este tipo de acontecimientos hay que ir sí o sí, aunque sea por simple curiosidad científica (social) y manteniendo por supuesto todas las reticencias. Peor me las vi yo en la plaza del ayuntamiento cuando España ganó la eurocopa, eso sí fue forzar el compromiso científico...
Una curiosidad: Un profesor me dijo que para los mítines de Obama había que pagar una entrada (donación simbólica), como si fuera un concierto. ¿Es verdad, o esto sólo funciona en campaña electoral?
Álvaro, tienes toda la razón. No tengo la experiencia (quizá orgiástica) de un mitin. No he asistido a ninguno. Y no porque esté en contra de ellos: simplemente no se ha dado el caso. Menos todavía lo haría ahora por razones evidentes. También me resisto a que me consideren rebaño (aunque la imagen evangélica del buen pastor y de las ovejas hay que entenderla desde otras coordenadas).
Espero que Obama consiga reformar el sistema sanitario. Es una conquista del estado social europeo irrenunciable: que por el mero hecho de ser persona, vengas de donde vengas y seas quien seas, tengas derecho a la sanidad y también a la educación, es un síntoma de auténtico progreso. Otra cosa, en lo que respecta a la sanidad, es la forma en que haya que reformarse ante cierto "cuerpo funcionarial", con tanto derecho adquirido y pocas ganas de trabajar, que haya que luchar contra toda corrupción. Es evidente que nuestro sistema de seguridad social es más que mejorable.
Igual con la educación. Soy un defensor convencido de la libertad que tienen los padres de elegir qué centro educativo quieren para sus hijos. Y la diferencia fundamental (esto sería interesante tratarlo con más matices) no está entre público (público puro y concertado) y privado, sino en privado puro por una parte y por otra público y concertado (por experiencia lo digo). Y no por ello dejo de creer y defender sinceramente en la enseñanza pública, que también hay que dignificar, reformar, sanear... Me parece una injusticia que alguien, por tener más dinero, pueda llevar a sus hijos a un colegio en que, por ejemplo, se enseñe todo en inglés. Esa posibilidad la debería tener todo ciudadano. Estudié la EGB, el BUP y el COU en centros públicos, de los que me siento orgulloso.
Y bien, ya hay basta. Esto da para mucho y no es ya cuestión de comentario. Muchos matices se necesitarían para que me exprese sin que se me malentienda.
Un abrazo desde Burjassot.
Por alusiones:
- A Vicent: por el bien de los Estados Unidos, espero que nunca estén poblados por hordas alvariles (yo sé lo que me digo... :p). Por otra parte no los encuentro ni más ni menos borreguiles que en España, por ejemplo. Aunque, para serte sincero, todavía no me considero calificado para emitir un juicio de valor autorizado sobre los estadounidenses.
- A Julio: toda la razón del mundo en el aspecto científico de la experiencia. Nada de pagar entrada voluntaria, por cierto. ¡En todo caso creo que hubiera pedido que me pagasen!
- A José Vicente: ufffff... ¿nos retamos en entradas futuras? ;) Estoy muy de acuerdo en muchas de las cosas que dices pero, como bien señalas, son temas que darían para muchísimo... no me veo con fuerzas de atacarlo todo ahora. ¡En todo caso no dudes de que tiempo habrá para ello y espero que cara a cara!
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