Monday, December 30, 2013

Academic Circus


"The MLA is the Big Daddy of conferences. A megaconference. A three-ring circus of the literary intelligentsia. This year it is meeting in New York, in two adjacent skyscraper hotels, the Hilton and the Americana, which, enormous as they are, cannot actually sleep all the delegates, who spill over into neighbouring hotels, or beg accommodation from their friends in the big city. Imagine ten thousand highlyeducated, articulate, ambitious, competitive men and women converging on mid-Manhattan on the 27th of December, to meet and to lecture and to question and to discuss and to gossip and to plot and to philander and to party and to hire or be hired. For the MLA is a market as well as a circus, it is a place where young scholars fresh from graduate school look hopefully for their first jobs, and more seasoned academics sniff the air for better ones. The bedrooms of the Hilton and the Americana are the scene not only of rest and dalliance but of hard bargaining and rigorous interviewing, as chairmen of departments from every state in the Union, from Texas to Maine, from the Carolinas to California, strive to fill the vacancies on their faculty rolls with the best talent available. In the present acute job shortage, it's a buyer's market, and some of these chairmen have such long lists of candidates to interview that they never get outside their hotel rooms for the duration of the convention. For them and for the desperate candidates kicking their heels and smoking in the corridors, waiting their turn to be scrutinized, the MLA is no kind of fun; but for the rest of the members it's a ball, especially if you like listening to lectures and panel discussions on every conceivable literary subject (...)."

David Lodge, Small World, p. 313.

Sunday, December 29, 2013

Where we are


"PhD programs– With a small number of exceptions, graduate programs in Economics have become so highly mathematized that they tend to prioritize mathematical training over economics preparation in the admissions criteria. Students interested in attending a PhD programs should be encouraged to take as muchmathematics as possible, up to and including becoming Mathematics majors. The content and structure of the Economics curriculum are a small matter by comparison."

Economics Department Self-Study, Willamette University, August 2013, p. 24

Wednesday, December 25, 2013

Izquierda, compromiso y riqueza

En la novela Small World, de David Lodge, la académica Fulvia da la siguiente respuesta al ser interrogada por cómo compatibiliza sus convicciones marxistas con su opulento modo de vida:
"Of course I recognize the contradictions in our way of life, but those are the very contradictions characteristic of the last phase of bourgeois capitalism, which will eventually cause it to collapse. By renouncing our own little bit of privilege we should not accelerate by one minute the consummation of that process, which has its own inexorable rhythm and momentum, and is determined by the pressure of mass movements, not the puny actions of individuals. Since in terms of dialectical materialism it makes no difference to the ‘istorical process whether Ernesto and I, as individuals, are rich or poor, we might as well be rich, because it is a role which we know ‘ow to perform with a certain dignity".
La cosa tiene su interés porque hoy en día no es raro oir voces que critican a artistas o figuras públicas por defender ideas progresistas cuando disfrutan de grandes fortunas que les permiten tener casas en varios países, parir en caros hospitales estadounidenses o llevar a sus hijos a colegios privados.

Creo que la respuesta a la aprente paradoja es más sencilla que la que Lodge, al que imagino con media sonrisa al escribir, pone en boca de Fulvia: ¿no es digno de admiración -y no de denuncia- que alguien que podría vivir perfectamente en un mundo totalmente privado tenga una solidaridad, compromiso o convicción moral tan fuertes como para promover un orden económico que redistribuirá en favor de otros? 

Thursday, December 12, 2013

La vie à demain

"J'ai voulu connaître les chances de survie à cinq ans que te donnait le cancérologue. Pierre m'a rapporté la réponse: "Fifty fifty." Je me suis dit que nous devions enfin vivre notre présent au lieu de nous projeter toujours dans l'avenir. (...)
Tu étais et avais toujours été plus riche que moi. Tu t'es épanouie dans toutes tes dimensions. Tu étais de plain-pied dans ta vie; tandis que j'avais toujours été pressé de passer à la tâche suivante, comme si notre vie n'allait réellement commencer que plus tard. (...)
(...) Je ne veux plus -selon la formule de Georges Bataille- "remettre l'existence à plus tard."

A. Gorz, Lettre à D.

Wednesday, December 11, 2013

¿Padres irracionales?



Dedicado a Daniel y su anzuelo
Puede que sean cosas de la edad, pero en los últimos meses varios amigos y primos han decidido tener hijos. La feliz noticia suele ir acompañada de varios comentarios (más o menos jocosos) sobre lo que tener un hijo conlleva. Canciones infantiles copando los primeros puestos de los hits musicales de la casa (y del coche), investigaciones interminables sobre pañales, comida en los lugares más recónditos, horas de sueño como bien más preciado... Aunque tengo más bien poca (ninguna) experiencia con el tema de los hijos y esa posibilidad de momento parece, en el mejor de los casos, algo remoto, me sorprende el hecho de que en general varios de los amigos deciden tener un segundo hijo. Y digo que me sorprende porque el segundo hijo podría interpretarse como la prueba de que los "costes" de que tanto se quejan no son para tanto. Una pregunta algo más inquietante para mi alma de economista sería la de lo que ocurre es que los padres son "irracionales". ¡¿Serían capaces de tener un nuevo niño aún sabiendo los terribles costes a los que deben hacer frente?!

El razonamiento que subyace a mis preguntas e inquietudes es algo muy del gusto de los economistas. La decisión para tener un nuevo niño puede simplificarse con algo del tipo
 
U(x)=B(x)-C(x)

Donde U(x) es la utilidad derivada de los hijos, B(x) los beneficios de los hijos y C(x) representa los costes de la prole. Que los no iniciados no se dejen intimidar porque no hay nada de misterioso en la expresión anterior. La única idea que refleja es que la utilidad (placer, felicidad...) que se deriva del niño viene dada por la diferencia entre los beneficios y costes que resultan de tenerlo.

Obviamente, si U(x)>0, la persona (el padre/madre) tiene incentivos a tener hijos. De lo contrario, mejor abstenerse porque sería irracional (estúpido) hacer algo que va a resultar en una disminución de la felicidad.

Las quejas por los pañales, caos, cancionero infantil y demás apuntan a la variable C(x) en la ecuación anterior.

Lo cierto es que tener un hijo aún cuando los beneficios (B(x)) son menores que los costes (C(x)) podría tener cierto sentido incluso desde el punto de vista "racional". Y la primera razón es la incertidumbre sobre los elementos que componen nuestra función de utilidad. En ocasiones los costes o sacrificios de tener un hijo pueden ser muy inciertos o simplemente imprevistos y puede que la única manera de conocer su verdadera magnitud sea teniendo uno. Uno podría pensar a priori que los beneficios del hijo claramente exceden a los costes, pero cuando la criatura está ahí y uno descubre en su propia piel los verdaderos costes...  

El problema de la incertidumbre es que no es un argumento válido para los (múltiples) casos de amigos y primos que han decidido tener un segundo hijo. ¡Eso ya revela una preferencia bastante clara por el hecho de tener descendencia aún sabiendo los costes en términos de noches en vela, galletas en el CD del coche o canciones infantiles resonando sin piedad! No nos desesperemos. Todavía quedan algunas alternativas para que el alma del economista descanse tranquila y preserve su sacrosanto principio de racionalidad.

La ecuación con la que empezábamos el análisis no deja de ser algo que podría explicarse de manera simplona o tautológica. El padre o madre puede tener una preferencia personal por los niños o simplemente puede considerar que cualquier coste no puede compararse al beneficio de crear una vida, o una sonrisa, o aquello que el hijo le aporte. En pocas palabras: es perfectamente legítimo que la persona que toma la decisión crea que B(x) es poco menos que infinito. ¡Y para los economistas lo de "De gustibus non est disputandum" es sagrado! La persona decide tener hijos porque lo prefiere y nuestra ecuación no es más que una matematización de la tautología. Nos guste o no, la teoría de la utilidad muchas veces no aporta mucho más que un simple razonamiento circular por muchas letras griegas y derivadas que le añadamos. Una explicación más elegante (pero que en el fondo es lo mismo) es hablar de "ideología" o "creencias": hay que tener niños porque es lo correcto, porque los homosexuales amenazan la supervivencia de la raza humana (sic), porque Dios así lo quiere... Todo ello son explicaciones de que la gente considerase que tener hijos conlleva unos beneficios tan exorbitantes que cualquier coste en que se incurra es despreciable. La mayor parte de mi familia y amigos no encajan demasiado bien en el tipo de creencias o ideologías que suelen estar asociadas con una mentalidad pro-natalista (aunque algunos sí pueden mostrar un legítimo gusto por los niños), por ello conviene seguir explorando la racionalidad de tener más niños aún sufriendo altos costes por ello.
 
En el colmo de mi osadía, el siguiente argumento extiende el análisis de la función al campo de la Sociología o de las relaciones de poder en nuestras sociedades. Hablo de osadía porque cuando un economista habla de racionalidad, inmediatamente debe enfrentarse al arqueo de cejas del sociológo y a la crítica de que la racionalidad de los agentes tan comúnmente aceptada y asumida por los economistas es una falacia. Al fin y al cabo "todo es social", ¿no? Me gustaría demostrar que no hay nada incompatible entre mi razonamiento de partida y algunos de los argumentos sociológicos que podrían esgrimirse. Hablemos de explotación.

Puede darse el caso de que la decisión de tener otro niño sea tomada unilateralmente por uno de los miembros de la pareja que además no internaliza (no sufre) todos los costes que ello conlleva. En otras palabras: existe el riesgo de que haya una explotación de género en la que el hombre decide que se tenga un nuevo hijo, pero luego él se desentiende de todas sus responsabilidades y a ella le toca apechugar con los altísimos costes del hijo. La decisión de tener el hijo es racional desde el punto de vista individual (el hombre puede derivar un beneficio sin coste alguno y además goza de la capacidad de decisión al respecto) pero no desde el punto de vista social (no se tiene en cuenta el coste global para la pareja porque la mujer "no cuenta"). Una vez más, me gusta pensar que mis amigos y primos están haciendo todo lo posible por minimizar la injusta situación de la mujer en nuestras sociedades, pero por desgracia no es descartable que estas sigan ocurriendo en muchos otros casos.

No abandonamos el lado más oscuro del análisis porque el maquiavelismo y crudeza analítica económicos admiten una última posibilidad que resulte en un nuevo niño aún sabiendo que los costes serán aberrantemente altos: los padres rehenes. Al tener un niño, los padres descubren que los costes de la prole son mucho más altos de lo que pensaban, pero que también sería mejor tener un segundo hijo porque así el primero aprenderá a compartir, no se sentirá tan solo, etc. Es decir, la existencia del primer vástago hace recomendable que nazca el segundo aunque ya se sea perfectamente consciente de los altos costes que ello implica. Admito que es una hipótesis desagradable, pero no deja de ser un argumento "muy racional" que explicaría por qué es posible que los abnegados padres conozcan que C(x) es desmesuradamente alto pero aún así tener una segunda criatura.

Volviendo a mi círculo más intimo, me parece que el fanatismo pro-natalista no es el tipo de creencias que impera, además me gusta creer que mi familia y amigos son un modelo de cómo avanzamos en la progresiva igualdad de hombes y mujeres en la vida y decisiones de pareja. Por si esto fuera poco, las fotos que recibo en chats y redes sociales no hacen pensar que esas entrañables criaturas hayan tomado a alguien como rehén. Por lo tanto seguiré pensando que detrás de las lógicas quejas de padres y madres al borde de la extenuación y quiebra psicológicas más absolutas, se oculta algún gran beneficio. Y es que al final, con permiso de la incertidumbre, la explicación más sencilla puede ser la mejor. ¿Qué hay de malo en confesar que a uno los niños le vuelven loco... en el buen sentido?